Toldo Tunel - Imagen de Internet
Prosas por Fabio Morábito
LLUVIA NOCTURNA
La que empezó todo fue la abuela. Era de noche, llovía muy fuerte y alguien tocó a nuestra casa. Ella levantó la bocina del interfono para contestar. La persona se había equivocado y pidió disculpa, pero la abuela no colgó en seguida. Se quedó oyendo hechizada el fragor de la lluvia a través del interfono. El aguacero arreciaba contra el toldo de lona impermeable que daba acceso a nuestro edificio, uno de esos toldos de hotel que sirven para resguardar de la lluvia a los clientes que llegan en taxi y cuya instalación en la entrada del edificio había dividido a los inquilinos en dos bandos opuestos. Escucha, me dijo pasándome la bocina. Me sorprendió el estrépito que oí, nada que ver con el apacible repiqueteo de las gotas contra los vidrios de las ventanas. La lluvia, al golpear la lona del toldo, producía un tamborileo sordo como el que se oye debajo de un paraguas, pero multiplicado por una superficie diez o quince veces mayor, de manera que el chubasco se oía como un diluvio. Dame, dijo la abuela, arrancándome el aparato, y se puso a escuchar de nuevo. Al rato, mi padre, mi madre y mis hermanos vinieron a pegar el oído a la bocina. La abuela fue a traer una silla para escuchar la lluvia nocturna cómodamente sentada y con ese gesto refrendó cierto derecho de propiedad sobre aquel fenómeno que ella había descubierto. Nos pasaba la bocina unos cuantos segundos y volvía a apoderarse de ella. Un tío mío vive en nuestro edificio y mi padre le habló para ponerlo al tanto del asunto. Mi tío habló un rato después para decirnos que su interfono no servía muy bien, así que poco después subió a nuestro departamento en compañía de su esposa y de sus dos hijos para escuchar la lluvia a través de nuestro aparato. Yo llamé a mi primo Raúl, que vive en el edificio de enfrente. Su edificio tiene interfonos pero carece de un toldo como el nuestro. Las lluvias nocturnas son la pasión de la familia. La abuela organizó turnos de un minuto y medio cada uno y nadie osó disputarle su reducto junto al interfono.
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http://revistacritica.com/cuentos/prosas
Suena romántico y familiar eso de compartir una noche de lluvia.
ResponderEliminarUn saludo